miércoles, 23 de noviembre de 2011

Primavera

   Adoro la primavera y el verano.
   Los pájaros cantan, las plantas florecen, Yuuka Kazami te broncea con su Double Spark, los días tienen un calor insoportable, los mosquitos proliferan, la gente se enferma por las alergias, los perros y gatos se llenan de pulgas y garrapatas (hasta hace poco pensaba que los gatos no podían tener garrapatas, hasta que ví al gato de mi tío), las abejas te pican, los mangangás te acosan, las arañas caen sobre ti desde las plantas, la gente estúpida sale afuera sin camiseta porque les dá calor (y generándose cáncer de piel, para mi buena fortuna), las medias blancas se vuelven grises, los calzones blancos cambian a marrón claro, el aire acondicionado genera 100 dólares más en la factura de luz de las personas que poseen uno, las consolas de última generación se dañan al estar mal ventiladas, la gente visita las playas y se bañan en las aguas que el gobierno adereza con el saneamiento de la ciudad…
   Sep, totalmente hermoso.
  Ya hablando en serio: odio, detesto, aborrezco y maldigo a esta época del año. Siento lástima por la gente más cercana al ecuador que tiene que soportar esto durante la mayor parte del año. Lo único que me salva es ser un NEET, y por lo tanto, no tener obligaciones serias (y las pocas que tengo, evito al máximo), lo cual me permite controlar mi tiempo de sueño y así estar despierto en la noche mientras duermo en el día (mientras que durante las pocas horas de día en las que estoy despierto no salgo de casa). En cuanto al verano se refiere tengo muchas experiencias para comentar, y la más reciente sucedió en la noche de este domingo pasado (20/9):
   Eran las 11. Me encontraba relativamente solo, con mi tío durmiendo en la habitación de al lado y mi padre en el trabajo, por lo que podía disfrutar de más tranquilidad. Estaba lloviendo muy fuerte, seguramente porque no caía una gota de agua desde hacía más de dos semanas, y yo mientras tanto jugaba, con la ventana detrás de la impresora abierta, a Labyrinth of Touhou, entrenando para matar a Fundoshi Kourin (ese hijo de perra en calzones es bastante jodido, otro día profundizaré más sobre ese juego).
   Más o menos a la 1 de la madrugada me canso de jugar y voy a la cocina a por un pedazo de queso para comer. Unas gotas me caen en la cabeza al pasar por el arco en el que debería haber una puerta y maldigo en mi mente al albañil que contratamos hace un año (el cual me dejó sin techo ni paredes en el baño por un buen tiempo, en invierno y precisamente para arreglar lo de las goteras). Al fijarme en el piso casi me abro la cabeza, porque por poco me resbalo (ya que es de ese tipo de baldosas lisas y resbalosas, ya saben, las que la gente adora poner en los baños y provocarse todo tipo de accidentes al salir con los pies húmedos de la ducha). Gano el equilibrio y me lamento que mañana tenga que limpiar eso. Paso por el living: gotas de agua entran por la chimenea (como es habitual) y un pequeño charco de agua se filtra por debajo de la puerta. No le dí mucha importancia, ya que siempre se filtra un poco de agua cuando llueve. Lo que sí lamenté es que se iba a llenar el pozo negro, pero ya ultimamente se llena por cualquier cosa (cortesía del mismo albañil. Por cierto, el desgraciado hizo el trabajo hasta la mitad, pedía adelantos constantemente y cuando quedaba poco que cobrar se fue sin terminar. Como toque de gracia luego de eso se jubila. Tengo que agradecerle el gesto con una molotov en su puerta un día de estos).
   Vuelvo a la computadora (acostado, posición preferida por mí desde la influencia del libro “La vida en posición horizontal”), pero no sin antes cerrar la ventana, ya que entraba mucha agua. La impresora y los papeles terminaron empapados, pero que más dá, no es mi problema ^-^.
   Me pongo a jugar un poco al Touhou 12.3 Hisoutensoku, con Iku Nagae para ganar un par de Spellcards para ella. Aproximadamente una hora más tarde me encuentro allí, peleando contra Cirno. Gano la primera ronda, pero en la segunda pareció enojarse, ya que comenzó a hacerme combos hasta la muerte. Tomándome la pelea en serio (ya que mis posibilidades de conseguir otra copia de Dragon God’ Wrath y quizás alguna Spellcard que no poseo se veían amenazadas por mi querida y adorada hadita de hielo) me incorporo sentado en la cama. Al bajar la mitad de su barra de vida tomo mi habitual posición de acercar mi rostro a la pantalla y bajar mis pies para afirmarlos contra el suelo (aumenta mi concentración+3 [?]).
  En ese preciso instante… sploch.
  Miro hacia mi derecha y veo mis zapatos y una almohada flotando alegremente en la piscina que se había convertido mi casa. Consternado (y húmedo, ahora también en los pies) me dirigo a lo primero que sabía que tenía que hacer: desconectar las zapatillas de las televisiones que estaban bajo el agua antes de que se les ocurriera hacer cortocircuito y convertirme en pollo frito (aún ahora me pregunto porque no estaba electrificada el agua… supongo que algo quiere que sufra, que no que muera).
   Al terminar recuerdo que mi playstation lo había dejado en la mochila (la noche anterior lo había llevado a la casa de mi amigo obeso, y me dio pereza dejarlo en la mesita), por lo que me apuro para sacarlo y ver como está. Por desgracia mía estaba en el fondo, y cuando lo saco veo como se escurre el agua por la ventilación (como si lo hubiera sumergido en la bañera. Maravilloso). Me fijé en el bolsillo, donde estaba la memory card. Cuando la tomé me alivié pensando que solo se mojó exteriormente. Al darlo vuelta compruebo lo contrario, ya que escurre agua de igual forma. En ese momento deseé haber muerto al poner los pies en el agua la primera vez. Simplemente sentí que todo lo que trabajé en los últimos años se había ido gracias a la arquitectura de la casa, y quise prender fuego la casa para vivir bajo de un puente o algo. Deseché el pensamiento al darme cuenta que necesitaría gasolina para prender fuego el agua.
   En fin, mi tío despertó, destapó el desagüe y ahí estuve hasta más o menos las 6 de la mañana sacando agua con la escoba hacia fuera. Lo mejor de todo es que no era simplemente agua de lluvia: era una combinación de barro y hojas de la calle, junto con el agua del pozo negro (para los que aún no sepan que es eso, es el pozo séptico. O sea, un pozo profundo subterráneo donde vá toda la caca que pasa por el retrete, de ahí el nombre). Y sí, todo el resto de esa porquería quedó en los pisos, los cuales tuvimos que limpiar. Delicioso. Aún sigo sin saber como no agarré una meningitis, o hepatitis, o algo.
   Por lo menos tiene una especie de final feliz: hoy que probé los enchufes que puse a secar se me dá por probar el play, y al parecer funciona como antes. De todas formas si se rompe pediré que me compren una Xbox 360 o un PSP. Pensándolo bien, siempre que se inunda la casa yo soy el único que termina sufriendo alguna pérdida: hace 5 años, cuando se inundó por primera y última vez perdí muchas cartas Yu-Gi-Oh!. No he podido superar el trauma (??).
   Lamentablemente no saqué fotos (no les daré el gusto, degenerados), pero por lo menos dejo algo que hice ayer mientras leía manga:

  Felices vacaciones, a los que estudian ojalá repitan, y los que trabajan que explote su empresa ^^ (?)

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